Isla La Tortuga Venezuela

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Mais um sono feito realidade

domingo, 27 de junio de 2010

MENTIRA

(Este texto lo escribí con 23 años para una Conferencia sobre Los Vicios de la Persona, que fue presentada en la Escuela Integral de Teatro Luz Columba)

Me gustó mucho hablar de este tema, porque cuando se dice que tienes que hablar de inmadurez, la justificación o la mentira, la primera reacción es autoevaluarte – o autoengañarte- y vez los dos extremos entre las personas que se defienden inmediatamente de no ser pecador y se sientes orgullosos de eso y quienes se confiesan los peores pecadores de este mundo y te dan una gran excusa o motivo por el cual lo son. Este grupo, también se siente orgulloso de serlo.

De lo que pude analizar, concluí que una cosa conlleva a la otra. Una persona inmadura se justifica y miente. Una persona que se justifica es inmadura e igualmente alguien que miente.

De todos estos temas, me pareció más transcendente y más popular el tema de la mentira, porque aunque sabemos que podemos hacer mucho daño con ella, todos en algún momento padecemos de ese mal y creyendo que es inofensivo, lo alimentamos y lo dejamos crecer.

Voy a enumerar ahora dos conceptos que para mi son fundamentales para desarrollar este tema:

Mentira: “Se considera al hecho de decir algo para engañar o manipular, sabiendo que no es verdad”

Verdad: “Conformidad de lo que se dice con respecto a lo que se cree o piensa”

Siendo así, la verdad es lo que somos, porque está de acuerdo con lo que pensamos y lo que creemos. Si la mentira va en contra de todos esto: por qué nos empeñamos en ir contra corriente? por qué hacerlo por lo más difícil?

Si fuimos creados en un río cuya corriente es la verdad, porque nos empeñamos en nadar en contra diciendo o haciendo mentiras?

Hay una frase que cita: “Es más fácil hacer un buen trabajo, que justificarse con una mentira porque no lo hiciste”.

De esta forma, la pregunta clara que queda en el aire es: ¿Por qué mentimos?

Para mejor análisis y comprensión dividí mi teoría en dos aspectos:

  • Por exigencia de la SOCIEDAD. Buscando aceptación de ella.
  • Por exigencia INDIVIDUAL. Buscando auto aceptación.

Casi todas las causas para mentir se engloban en estos dos aspectos, aunque a criterio personal considero que la segunda engloba ambas experiencias.

Cuando hablamos de exigencia social, me refiero a que hemos sido criados bajo una conciencia social que casi nos obliga a mentir; con una cantidad de normas y exigencias establecidas que al no ser capaz de cumplir nos vemos obligados a “mentir” para satisfacer esas demandas, bien sea en el grupo familiar, con los amigos o en el trabajo.

Dentro de este renglón entra también la costumbre social que tenemos de juzgar y castigar cuando las cosas no se hacen – o no son- como regularmente está establecido. Esto nos empuja también a mentir y a justificarnos, para no recibir un juicio de valor o un castigo implacable de aquellas personas que “se preocupan por nosotros”, de aquellas personas que “más nos quieren” y por ende son las que más nos importan y en oportunidades las que más no hieren.

En este punto quiero destacar que en las relaciones más cercanas y delicadas, las de pareja, la de padres e hijos, las de jefe-empleado…hay receptores que te inducen a mentir para causarle un bienestar a ellos. Arjona describe fielmente esta situación con aquella frase que canta: “Una mentira que te haga feliz, vale más que una verdad que te amargue la vida. Una mentira hará crecer mi nariz a cambio de libertad….”

Hay personas que son felices cuando les mientes a su conveniencia, mientras que, si por un momento te atreves a ser sincero entran en conflicto. Este es el típico caso de la esposa (que podría también ser un esposo) que si su marido (o su mujer) le dice que se quedó trabajando hasta tarde, lo considera, lo conciente y lo alaba. Mientras que si al personaje se le ocurre contarle que fue con una amiga o amigos a tomarse unos tragos...PIN-PUN-PAN…PLOF…PLUN…TÁCATA!! ...y no le habla más hasta el próximo fin de semana, cuando le toque armarle otro lío.

Es así como nos vemos “obligados” a mentir para evitar “problemas mayores” pero GRAN MAYOR podría ser si la pareja se entera de que aquella “mentirita blanca” no era cierta…. El lío anterior multiplíquenlo por tres y súmenle ollas y sartenes. Hay varias frases cuyos autores desconozco que narran la conclusión de esta parábola de forma inequívoca: “Todas las cosas están desnudas y descubiertas para aquel que tenemos que rendir cuenta”, es decir: “La mentira tiene patas cortas” o más recientemente: “Entre cielo y Facebook, no hay nada oculto”.

Conceptualizando aquel segundo ámbito que habíamos mencionado, decía que también mentimos por exigencia propia, en este caso también es para complacer a alguien, pero esta vez es a nosotros mismo.

Nos mentimos o creamos mentiras cuando necesitamos aprobarnos, cuando no estamos satisfechos por lo que somos, por lo que hemos logrado, no hemos sido sinceros con lo que queremos y nos sentimos descontentos.

Generalmente un individuo que se miente a sí mismo, es una persona insegura, con baja auto estima y que no se cree capaz de triunfar por métodos honestos. Con la verdad.

Para este caso es oportuno resucitar a Shakespeare para que nos diga: “Si puedes ser veraz contigo mismo, no puedes ser falso con nadie”. Fíjense que lo mismo podría aplicar a la inversa: “Si eres falso contigo mismo, serás falso con todo el mundo”. Y aquí cabe otra frase que como otras lúcidas se desconoce el autor: “La falsedad es producto del orgullo, de un esfuerzo por ocultar la verdad que te avergüenza”.

Es por todo esto que al principio decía que ambos aspectos convergen en uno solo: “Ser veraz contigo mismo”. Es verdad que la sociedad puede empujarte muchas veces, pero si tú eres lo suficientemente maduro podrás ser veras y afrontar las consecuencias de tus verdades; porque esta es la razón principal que nos lleva a mentir: “El miedo que le tenemos a afrontar las consecuencias que conlleva una verdad”.

Miedo que termina por ser tonto, porque una mentira conlleva a peores consecuencias, que tarde o tempranos vamos a tener que enfrentar. Cobarde o valientemente, pero siempre terminamos enfrentándolas.

Curiosamente, la razón por la que no me gusta la mentira es justamente por miedo; pero es un miedo que va en otra dirección. Si revives la sensación terrible que te supones al ser descubierto…es preferible enfrentarse a las consecuencias de una verdad que al fin y al cabo es lo que pasó, es lo que somos, o lo que pensamos. Les dejo otra frase huérfana: “Una conciencia culpable, no necesita ningún acusador”, la mente es con certeza el mayor acusador y castigador de un embustero.

Conociendo o remembrando todos estos conceptos y ambigüedades a las que puede verse sometido el ser humano, me atrevo a decir que el núcleo de la inmadures, la justificación y la mentira están concentrados en el “yo”…o en la negación del mismo “yo”.

Al estar insatisfecho con uno mismo, es muy fácil caer en cualquiera de estos tres males, por lo cual me atrevo a plantear tres recomendaciones para desviarnos de este camino:

  • Enfrentarnos con nuestra propia verdad. Planteando una análisis verdadero de lo que somos y cómo nos sentimos con ello. Sin dejarnos influenciar por lo que los demás esperan que seamos.
  • Tomar la decisión de “cambiar el rumbo”. Esto implica dejar atrás lo que nos hace daño, o no nos deja crecer. (Antes había colocado: “mejorar lo que no nos gusta o nos hace daño” pero lamentablemente me he dado cuenta que a muchas personas “les gusta lo que les hace daño”). Entonces es mejor: Cambiar el rumbo y dejar lo que no necesitamos para el camino.

  • Trabajar y fortalecer los aspectos negativos que hemos descubierto y mientras tanto, podemos apoyarnos en nuestras fortalezas, que con seguridad tendremos varias para elogiar.

“No trabajes por tener un corazón duro, sino fuerte” Padre Bulmez.

En otro orden de ideas pero siguiendo con el mismo enfoque quise enumerar, según un estudio realizado, las principales justificaciones que tenemos para mentir:

  • Todos los demás lo hacen
  • Nunca podrán descubrirlo
  • A nadie le afectará
  • Mi “jefe/Papá/compañero/etc” lo hace
  • No tengo tiempo para explicar la verdad
  • Con que le diga solo una parte, es suficiente
  • Lo hago por una buena causa

La penúltima de las razones es tan popular como susceptible, porque hay una delgada línea entre La Verdad-El Silencio-La Mentira, donde el silencio generalmente tiende a inclinar la balanza hacia la derecha.

La última justificación merece una mención aparte, porque muchos nos creemos con el derecho a mentir por una buena causa, sin darnos cuenta que aún cuando en el fondo lo que se mueve es el amor, en la superficie por ignorancia nos estamos llevando un montón de personas con todo y sus sueños por delante.

Todo esto me lleva a describir el caso político que vive actualmente nuestro país. Chávez gobierna bajo una premisa mental de buena intención, persigue un objetivo que según él es el mejor y lo hace por amor a su patria (de eso estoy segura), pero si para lograrlo tiene que fomentar odio con falacias, mentir, justificarse y destruir sueños ajenos, todo eso elimina cualquier clase de amor desde su raíz.

Escucho personas que se la pasan pregonando que “nadie es dueño de la verdad”, pero creo fielmente en que: Cada quien es dueño de su verdad y que es ésta verdad la que le debe servir como estandarte, como guía. Cada individuo debe y puede darla a conocer, sin temor a ser juzgado y con la certeza de que con eso no hace daño a otros.

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